miércoles, 19 de septiembre de 2012

Yo creo.

Que no. Que yo sigo pensando que follar sobre pétalos de rosa es una falta de respeto, es de mala educación. Sobre pétalos de rosa se hace el amor, caris.

sábado, 9 de junio de 2012

Horas.

Miro el teclado, las 4:30 de la madrugada, y sólo se me ocurren obscenidades. Para ti todas, por supuesto. Me pongo un poco de Hil St. Soul, y así paso el rato, hasta que amanece. De nuevo no me das los "buenos días" y sigo preparando dos tazones para desayunar. Me he cansado de esperarte, conformándome con la compañía de mis manos y el sofá. Que me caigo de placer, pero no basta. He aprendido demasiado, y creo que eso no es bueno.
Vuelvo al teclado y te escribo, te borro. Hace días, semanas o meses, dejé de contar las horas que te echo, y se me echan encima, y podrías ser tú el que se me echara encima y no las horas. Y ya no sé.
Siento y presiento que todo va tan mal, que duele cada canuto que me fumo sin tus manos intrusas con intento de robo, sin tu lengua bienvenida entre mis muslos. Sin risas tan fuertes que despertamos a los vecinos, a los vecinos de mierda que me siguen sin saludar.
Pues que ya no sé, me voy al sofá.

miércoles, 2 de mayo de 2012

Pasado.

No comparto, con razón ni corazón, la virtud que posees de encalar los recuerdos. Más, no queda en vano, admitir que lo detesto, tal que lo envidio, sin duda. Mal haces con tu ignorancia, a no ser que hablemos egoístamente de ti y entonces lo respeto, incluso lo admiro. Pero yo no puedo por más que lo intente con todas mis fuerzas. Si te sobra un detalle, ingrésalo en mi cuenta de no-olvido, que ya que almaceno vivencias, prefiero hacerlo adecuadamente. No te rías si lloro por alguna de nuestras pasadas caricias, y si quieres hacerlo antes piensa que me eriza el vello y hasta me nubla la vista el fantasma de cada una de ellas.

jueves, 26 de abril de 2012

Quema.

Todavía esperando a que aparecieran los rotos de tus vaqueros por la esquina de tu calle, yo apuraba uno de yerba hasta el final. Y te imaginé, sin prisas, acercándote más casual que de costumbre, con sonrisa de hoyuelo en la mejilla, de las de verdad. Eres inicio. Aún me sorprende que cada día vengas por mí. Aún me pregunto qué tengo yo, que te dí o que te doy. Te haría volar sin alas, y eso tú lo sabes, sólo dame una cama y tu cuerpo. Bueno, mejor olvida la cama. Y por mucho que lleguemos hasta tocar el placer con las palmas de las manos, por no hablar de la manera en que cogemos el amor, no me resulta suficiente. Sin duda, cielo (y sé que odias los apodos cariñosos, lo he hecho a propósito), eres vida. Vaya, hoy no llevas los famosos vaqueros, con lo que me gusta meter la mano por cada roto...